Daroca es especial. Lo ha venido siendo durante treinta y cinco años, treinta y cinco veranos ya. Treinta y cinco agostos repletos de música antigua, para los recién llegados y para los que desde hace mucho estamos sumergidos en este mundo, gracias a Daroca.
Haydn y Mozart nos dejaron disfrutar el pasado día 9 de esa burbuja veraniega desde el otro lado de la Iglesia de San Miguel. Tuvimos el honor de cerrar una edición más del Festival. Porque es eso: una edición más. Porque a estas alturas, Daroca es para siempre.
Y ayer, el Heraldo de Aragón recogía ese momento en una fantástica crítica de Juan Carlos Galtier. ¡Gracias!